Nuestra cultura está saturada con sexo. Enciende la televisión, y serás expuesto a 6.7 escenas de contenido sexual cada hora (fuente: Revista Citizen). Ve al cuarto de tu hermana y pueda ser que encuentres algún catálogo de lencería. Los periódicos muchas veces se encuentran saturados con imágenes de mujeres solamente en ropa interior, además en la sección de deportes seguramente encontrarás alguna chica en traje de baño. Las revistas están llenas de anuncios provocativos. Por supuesto, tenemos el internet, aún algunos sitios «confiables» muestran imágenes explícitas.

Si vas al supermercado a comprar una tarjeta de cumpleaños, encontrarás imágenes de mujeres en diferentes etapas de desnudez en el contenedor de tarjetas. Conforme camines en los pasillos, serás expuesto a productos con fotografías de mujeres semi-desnudas. El «Gran Final» viene cuando tienes que ir a pagar y cuando estás en la fila te encuentras las revistas con hermosas chicas vestidas provocativamente en sus portadas.

Conforme manejas no sería difícil que encuentres alguna valla que tenga alguna chica casi desnuda para vender un producto, anunciar un bar desnudista o un casino. Enciende la radio en la estación equivocada y escucharás a hombres y mujeres cantando acerca del pecado sexual.

Si decides tomar una caminata en un día algo acalorado, encontrarás muchas mujeres vistiendo ropa apretada, delgada y reveladora que acentúa cada curva. Y lo encontrarás en la iglesia también.

En el centro comercial hay muchas tiendas con imágenes gigantescas con mujeres casi sin ropa. Victoria’s Secret y otras tiendas de lencería piensan cuidadosamente donde colocar su delicada pornografía para que todos la vean. Si vas a una librería, aún en las más respetables, verás una gran sección acerca de sexo. Algunas veces estos libros están junto a los de psicología y los libros de auto-ayuda…puedes ver un poco de pornografía y comprar un libro acerca de recuperarte de una adicción sexual en el mismo pasillo.

Vivir con un corazón limpio en nuestra cultura es muy difícil, pero el hombre que ha llenado su mente con pornografía tiene problemas aún si está solitario en una habitación con paredes blancas. Como una computadora infectada con spyware, una mente saturada con ventanas emergentes de pornografía, pasar cinco minutos sin tener una fantasía sexual en su mente es un gran reto.

Necesitamos vivir con una mente limpia, la gran pregunta es ¿cómo limpiamos nuestra mente y tratamos con la tentación sexual mientras vivimos en la Tierra Porno? ¿Qué hacemos con nuestra carne, que ama el pecado?

Cuando soy impactado por la tentación sexual, tengo varias opciones de cómo tratar con ella:

1. Puedo no hacer nada y tratar de ignorar los pensamientos. Esto no funciona porque los pensamientos vuelven una y otra vez.

2. Podemos jugar con las imágenes. Esto es jugar con fuego, una vez que comience a concentrarme en las fantasías sexuales le he dado a la lujuria las llaves del auto que me llevarán al pecado físico (también).

3. Puedo «reprender» o «echar fuera los demonios». Esto funcionaría si la tentación fuera estrictamente espiritual, pero también es carnal, entonces esto no parará la tentación.

4. Podría llamar a un amigo como hablamos en «Qué debo hacer». Esto funciona si puedo localizarlo inmediatamente, pero, ¿qué pasa si me toma algunas horas contactarlo? No puedo dejar que los pensamientos hagan lo que quieran hasta que pueda hablar con alguien; necesito tratarlos en el momento en que llegan.

Debe existir otra manera. El Señor nos mandó que viviéramos con un corazón limpio, por lo que Él nos da la manera de hacerlo. El principio que estamos buscando está en el siguiente versículo:

«Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. » 2 Crónicas 7:14

En el contexto de 2 Crónicas 7:14, arrepentirse es dejar nuestros malos caminos. Nosotros no peleamos contra el pecado ni tratamos de vencerlo, nosotros nos damos la vuelta y buscamos el rostro de Dios. Este simple principio nos da la respuesta que estamos buscando.

En el instante en que un pensamiento sexual nos llega no peleamos contra él. Pelear contra la lujuria y la carne es una pérdida de tiempo, ambos son más fuertes y poderosos que nosotros. En lugar de eso, nos conectamos con Dios, le pedimos que gane la batalla.

Esto sería «darse la vuelta y conectarse»: Estoy sentado en mi oficina y la imagen de una antigua novia viene a mi mente. Inmediatamente llego con Dios en mi corazón y digo «Dios, crea en mí un corazón limpio. No quiero a otra mujer excepto por la mujer que me has dado.» Me imagino al Señor, sentado en su brillante y maravilloso trono blanco en el esplendor del cielo. Mi atención dejó de estar en el pensamiento pecaminoso y puesta en el Señor. Yo no peleé contra el pensamiento, simplemente me dí la vuelta y me enfoqué en Él. El pensamiento se desvanece conforme llego a la presencia del Señor, y su poder me cambia. Estoy entrenando mi imaginación para que se alimente de Dios y no en la lujuria, y estoy conectándome con la persona de la cual estoy sediento.

Es crítico que tratemos con los pensamientos en el momento en que llegan. Alguien propuso la regla de los 3 segundos: puedes ver a una mujer por 3 segundos sin que sea pecado. Esto es jugar con el pecado (y quizá tratar de justificarnos) porque yo puedo desvestir a una mujer en mi mente en menos de un segundo. No podemos permitirle a la lujuria ni una esquina de nuestra mente, una vez le damos un pequeño espacio esta entrará de lleno.

Otro ejemplo. Estoy caminando por el pasillo del edificio de mi oficina y noto a esta chica de 20 años acercándose a mí. Sin concentrarme mucho puedo notar que está usando ropa apretada y provocativa, y no quiero caer. Inmediatamente, me vuelvo a Dios y con completa honestidad digo: «Señor, no quiero voltear a ver, pero estoy cansado y sé que mi carne quiere hacerlo, por favor ayúdame. Crea en mí un corazón limpio, Señor, te necesito. Esta chica no es mi dios.» He admitido completa dependencia del poder de Dios, y mi corazón está comunicándose con él. Al mismo tiempo levanto mis ojos y no los dejo voltear a ver. Si ella dice «Hola» amablemente le respondo «Hola», y la veo a los ojos mientras lo hago. Si no tenemos algún asunto de trabajo que discutir mantengo mis ojos enfocados en su rostro. Algunas veces oro mientras hablo: «Señor ayúdame a mantener mis ojos hacia arriba…»

«Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?» Job 31:1

Existe una mujer en este mundo a la cual disfruto viendo: mi esposa. Cuando se trata de otra mujer trato de dominar mis ojos para mantenerlos fijos a sus ojos cuando hablo con ella. Puedo notar su figura en mi campo de visión, pero no dejo que mis ojos vean más allá de lo permitido.

Incidentalmente, existe otra cosa equivocada o pecaminosa en fijarnos en una mujer hermosa o un hombre guapo (si tu situación es la homosexualidad). No podemos existir en la sociedad sin ver a otras personas, existen casos en los que necesitaremos interactuar con una persona físicamente atractiva. No queremos vivir bajo pecado, o vivir bajo el miedo a cometerlo. Aprender a interactuar con otras personas sin pasar a más en nuestra mente es parte de nuestro crecimiento.

Cuando le damos la espalda a la tentación sexual y buscamos a Dios, le negamos al pecado la oportunidad de dominarnos. Una de las estrategias del infierno es llevarnos a ver al objeto de nuestra lujuria, aún si estamos luchando contra ella. La estrategia de Satanás es succionarnos hacia el cuadrilátero, si no caemos ante la tentación él es vencido.

En la Palabra de Dios, siempre se nos dice que corramos de la lujuria («Huid de la fornicación» 1 Corintios 6:18) no que peleemos contra ella con nuestra propia «fuerza». Cuando la esposa de Potifar quería llegarse a José él corrió de ella; él no trató de discutir con ella o de hacerla entrar en razón cuando ella trataba de tocarlo.

Si has invertido años llenando tu mente con sexo torcido tomará algún tiempo antes de que veas la reducción de los recuerdos de pornografía en tu mente. Pueda ser que te encuentres orando constantemente por la tentación, quizá hasta varias veces en una hora. No te desanimes. Tomará tiempo para que puedas construir tus músculos espirituales. Si estuvieras comenzando a levantar pesas, al inicio te tomaría mucho esfuerzo y no serías capaz de levantar mucho. Pero si entrenas constantemente tus músculos se adaptarán y crecerán. Tu mente trabaja de la misma manera. Conforme continúas buscando al Señor tu mente se transformará, pasará de concentrarse en la lujuria a concentrarse en Dios y decir no a la tentación será más fácil.

«Orad sin cesar.» 1 Tesalonisenses 5:17

Algunas veces las imágenes siguen viniendo a nuestra mente aún cuando estemos orando y conectándonos con Dios. Este puede ser un ataque espiritual y en este caso necesitamos tomar nuestra autoridad en Cristo y echar fuera las fuerzas de oscuridad. Persevera en oración, si los pensamientos cesan sabrás que la tentación era por una influencia espiritual.

Otro momento en que nos encontramos vulnerables a los pensamientos lujuriosos es cuando existe algún pecado sin resolver en nuestra vida, la cual es una puerta abierta para la influencia espiritual. Si le he dicho algo no amable o malo a mi esposa, estoy descuidando nuestra relación y nos estamos distanciando, la frecuencia de la tentación en la mente puede incrementar. El incremento de la tentación es algo que revela la necesidad de revisar nuestra vida. Si esto pasa, pídele al Señor que te revele las raíces del problema, y toma acción de inmediato.

Ser tentado no es pecado, lo es cuando cooperamos con la tentación y le damos rienda suelta a nuestras fantasías sexuales por medio de nuestra mente, entonces se vuelve pecado. Satanás usa el miedo a pecar tanto como el pecado. Él introducirá una imagen sexual en tu mente y luego te invadirá con pensamientos como «has pecado..eres hipócrita, no tienes esperanza…podrías tomar el siguiente paso…» Pídele a Dios el discernimiento en estas áreas, y nunca estés en aislamiento. Tus hermanos pueden ayudarte a discernir qué está pasando.

«Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.» Filipenses 4:8

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