Encontrar la verdadera libertad de la adicción al sexo no viene de trabajar ciertos programas, leer libros, asistir a grupos, consejería o por el conocimiento de la Biblia. Estas son herramientas válidas e importantes que Dios usa como parte del proceso de sanidad, pero por sí mismos ellos no liberan al adicto.

¿Por qué? Porque hasta que llene su corazón con algo más grande, fuerte y más atractivo que el pecado sexual, el vacío dentro de él lo roerá y continuará llevándolo hacia la lujuria. El vacío espiritual debe ser resuelto para encontrar libertad verdadera y que cambia vidas.

En los 9 años que pasé en Programas de 12 Pasos para adicciones al sexo, tuve cerca de cuatro años y medio de sobriedad como ellos la definían: «no tener sexo con nadie fuera del matrimonio, incluyéndose a sí mismo». A pesar que no llegaba a los actos físicos, durante este tiempo fui miserable, hambriento de amor y vacío por dentro. Luchar con las externalidades no era suficiente y me volví al pecado sexual por tres miserables años.

Un problema era que la definición de los Programas de 12 Pasos no daba en el blanco. En Mateo 5:27 Jesús dijo que la lujuria en el corazón es un pecado, por lo tanto, la verdadera medida de la libertad de la lujuria se mide en el corazón, no solamente por las manifestaciones físicas. Quien lucha con la adicción al sexo está hambriento de amor y aceptación y necesita un corazón nuevo, que solamente Dios le puede dar. Enfocarse en las externalidades solamente es la misma cosa que cortar las hojas de la maleza, crecerá nuevamente si las raíces no son sacadas y tratadas.

El Programa de 12 Pasos me daba un lugar seguro para compartir mis debilidades y para estar libre del aislamiento, lo que es una parte importante de la batalla. Pero el programa no podía ofrecer aquello de lo que estaba hambriento, y un hombre hambriento comerá cualquier cosa, aún si es basura.

Quizá estés leyendo esto y pienses «está loco, vivir con un corazón puro es imposible, por lo menos para mí, se me está haciendo difícil alejarme de la pornografía y la masturbación, como para mantener mis pensamientos puros».

Estás cerca de la verdad. Vivir libre de la lujuria es imposible para un hombre, pero no para el Dios Viviente. Lo que estás buscando es algo que solamente Él puede proveer.

Encontrar verdadera libertad de las obsesiones y compulsiones de la adicción al sexo implica la aceptación de un regalo; el regalo de la gracia que cambia vidas ofrecida por el Dios Viviente; de su amor, gozo y paz. El amor de Dios es lo que llena, purifica y da vida nueva. Su amor cambia vidas y limpia corazones y es mucho más atractiva que las patéticas imitaciones de la lujuria. Una vez un hombre o una mujer acepta el regalo de la gracia y amor de Dios en su corazón (no estamos hablando acerca de conocimiento o teología) la atracción hacia la lujuria se disuelve.

Por lo tanto, la meta de quien lucha con la adicción al sexo es llegar a un lugar donde pueda aceptar el regalo de la gracia de Dios. Para aceptar este regalo debe estar dispuesto a dejar dos cosas: la lujuria y las mentiras.

No podemos aceptar el regalo de la gracia de Dios mientras estemos agarrándonos de la lujuria, lo que significa que debemos mantenernos fuera del aislamiento, estar conectados a otros y destruir todos los obstáculos de la tentación como los que hemos descrito en qué hacer.

Por lo tanto debemos dejar las mentiras de nuestro corazón que no nos dejan recibir la gracia de Dios. Cada hombre que he visto luchando con la adicción al sexo ha creído estas dos mentiras:

  • 1. No puedo ser amado tal como soy.
  • 2. Dios no me ama o Dios no quiere amarme.

Muchas veces estas mentiras nacieron en nuestra infancia y alimentadas por nuestros padres, familia, compañeros u otros, incluyendo a los cristianos. El rechazo, el abandono, el descuido o el abuso alimentan el mensaje que valemos muy poco, que no podemos ser «suficientemente buenos» como para ser amados. Estas mentiras ponen el amor de Dios fuera de nuestro alcance por lo que nos refugiamos en los falsos sustitutos como sexo, comida, poder dinero, trabajo, ministerio, relaciones, drogas o alcohol para llenar el gran abismo de vacío que tenemos dentro.

Fuimos diseñados para que desde nuestro nacimiento estuviéramos hambrientos por el amor de Dios, hasta que no lo hallamos nos movemos por la vida con un vacío. El pecado, amargura, dolor no resuelto o los traumas y las cosas que hemos hecho para herir a otros son barreras para aceptar la gracia de Dios y debemos tratar con ellos. Por ejemplo, si un hombre siente rencor contra uno de sus padres, el veneno del resentimiento lo mantendrá alejado del amor del Dios Viviente También abrirá una puerta para que las fuerzas de la oscuridad lo influencien con lujuria, egocentrismo, orgullo y otros pecados.

La aceptación de la gracia de Dios en el corazón es la respuesta a la adicción al sexo. La decisión de quitar las barreras que te impiden recibir este regalo depende de ti. Pídele al Dios Viviente que te muestre las barreras hacia la gracia en tu vida, y luego derríbalas.

Algunas barreras podrían parecerse a esto:

  • 1. Falta de deseo de hacer cualquier cosa por quitar los tropiezos que te hacen caer en lujuria.
  • 2. Amargura en el corazón hacia otras personas, lo que significa que se necesita perdonar.
  • 3. Falta de deseo por eliminar el aislamiento, lo que le da más poder a la lujuria.
  • 4. Pecados cometidos hacia otras personas, lo que significa que debemos pedir perdón.
  • 5. Las dos mentiras (no puedo ser amado…Dios no puede amarme), las cuales deben ser quitadas y reemplazadas con la verdad del amor de Dios por ti.
  • 6. Orgullo.
  • 7. Una imagen distorsionada de Dios, la cual muchas veces se desarrolla por las heridas causadas por nuestro padre.
  • 8. Falta de deseo de enfrentar el dolor y el vacío interior.
  • 9. Traumas no resueltos, como el abuso físico o sexual.

El regalo de la gracia de Dios no es algo que puedas ganar, merecer o que puedas ser «suficientemente bueno» para ganar. Como un padre ama a su hijo, Dios te ama profundamente a pesar de lo que hayas dicho o hecho y está esperando a que te acerques a él. La profunda vergüenza por el pecado sexual trata de convencernos que nunca podremos ser amados, pero esto es una mentira. Ningún pecado es más grande que la gracia de Dios.

Imagínate que has comprado un regalo grande y caro para un ser amado; es tan grande que deben usar ambas manos para sostenerlo. Llega el día cuando le darás a tu ser querido su regalo; tomas el regalo y corres hacia tu amigo. Pero en lugar de aceptarlo, tu amigo, quien está sosteniendo una serpiente en su mano derecha y una araña peluda en la otra, dice: «No estoy listo para dejar esto. Quizá luego».

El Creador del Universo está esperando a que vengas hacia Él y aceptes el regalo de su amor que da vida. La pregunta es, ¿lo aceptarás? La lucha más grande para aquellos batallando con la lujuria es aceptar el simple regalo de la gracia de Dios. ¿Por qué? Porque las mentiras que han aceptado como propias están profundamente sembradas y han pasado años reforzándolas con la vergüenza de sus actos. Permite a las siguientes verdades de la Palabra de Dios inundar tu alma:

«Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna».

Juan 3:16

«Si supieras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua -contestó Jesús-, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida».

Juan 4:10

«39 Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!40 Sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida».

Juan 5:39-40

«Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor».

Romanos 6:23

«8 Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios,9 no por obras, para que nadie se jacte».

Efesios 2:8-9

«Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor».

Juan 15:9

«Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado».

Romanos 5:5

«Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros».

Romanos 5:8

«4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros,5 nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!6 Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales,7 para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús.8 Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios,9 no por obras, para que nadie se jacte».

Efesios 2:4-9

Jesús está preparado, deseoso y abierto a darte la vida y amor por los que has estado hambriento. ¿Estás listo para aceptar el hecho que Dios te ama y quiere darte vida? ¿Estás lista para decirle adiós a la lujuria para siempre y correr hacia el Dios Viviente y aceptar su regalo de gracia?

Si estás listo, entonces búscalo con todo tu corazón:

«Pero si desde allí buscas al Señor tu Dios con todo tu *corazón y con toda tu alma, lo encontrarás».

Deuteronomio 4:29

«En ti confían los que conocen tu nombre,

porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan».

Salmos 9:10

«El corazón me dice: «¡Busca su rostro!»

Y yo, Señor, tu rostro busco».

Salmo 27:8

«Oh Dios, tú eres mi Dios;

yo te busco intensamente.

Mi alma tiene sed de ti;

todo mi ser te anhela,

cual tierra seca, extenuada y sedienta».

Salmos 63:1

«Recurran al Señor y a su fuerza;

busquen siempre su rostro».

Salmos 105:4

«Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón».

Jeremías 29:13

Dios prometió que lo encontrarás si lo buscas de todo corazón. Tu corazón clama por el Dios Viviente; para escuchar sus palabras de bondad y para ser llenado con su vida, amor y paz. Ve tras Él tan intensamente como solías ir tras la lujuria, novias, trabajos o cosas materiales. Pídele que se revele a sí mismo a ti y haz tu agenda a un lado. Quita tu atención del pecado y ponla totalmente en Él. Enfócate en él, y no te rindas ni dejes de buscar su rostro hasta que haya cambiado tu vida.

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