Mis deseos sexuales surgieron a una temprana edad y se volvieron mi confort y realización.

Cuando nací en 1953 mis padres ya se encontraban divorciados. El alcohol y el adulterio de mi padre fueron una compañía constante para mi familia. Algunos años luego de mi nacimiento, mis padres dejaron de tener cualquier tipo de contacto – ese fue el tipo de inicio que tuvo mi vida. Pronto fui colocado en diferentes hogares para niños. Mi deseo sexual surgió a una edad demasiado temprana y se volvió mi confort y realización. Inicié a comprar y coleccionar pornografía por mis propios medios.

Ya en mi adolescencia, cometí diferentes actos criminales como robo, estafa y fraude, luego de una cacería a lo largo del país terminé en los titulares de las noticias. Siguieron años en diferentes prisiones y en los años 70 un juez me dijo directamente en el rostro: “¡Si continúas en este camino, vas a pasar el resto de tu vida en prisión!”

Una declaración de la verdad

Mis decisiones fueron fuertemente influenciadas por mi adicción al sexo. El sexo, que en un principio me confortaba, pronto me había aprisionado y me llevó a peligrosas dimensiones que no solo destruyeron mi vida, sino que también arruinaron a otros alrededor de mí. Como con toda adicción, mi adicción me llevaba hacia la autodestrucción.

En medio de este desastre clamé a Dios por ayuda y que tuviera misericordia de mí. Llegué a conocer algunos cristianos y por medio de sus vidas y por medio de la lectura de la Biblia la esperanza entró a mi vida. En ese momento entendí que Dios me amaba de la manera en que soy. Desde ese punto, un lento proceso de sanidad inició, y aunque tuve mis recaídas, esa fue la única manera que tuve de escapar de la adicción y de la autodestrucción. Aprendí a entender que soy amado y que Dios creó la sexualidad para ser algo hermoso y bueno que te trae gozo y realización. El sexo solamente se vuelve destructivo cuando no se tiene dentro de los parámetros dados por Dios, tanto como el agua se vuelve destructiva cuando se sale de sus límites y se vuelve una inundación. Al final de la creación, al ser revisado todo lo hecho, la Biblia dice: “Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno.” (Génesis 1:31) La palabra “todo” incluye la sexualidad.

Hasta el día de hoy he estado casado durante 16 años y soy padre de una niña y soy libre de la adicción. Hoy, la sexualidad es una bella parte de mi vida pero ya no controla mis decisiones.

La revelación para mi vida es: Dios da la sanidad y libertad de una sexualidad corrompida, porque nos da amor y perdón por medio de su hijo Jesucristo. El nos dice SI a nosotros y a nuestra sexualidad. Para Dios la sexualidad nunca ha estado contaminada ni sucia. Sus pensamientos fueron buenos desde el mismo principio. Resultó un desastre como resultado directo de nuestra negligencia hacia sus instrucciones o simplemente debido al abuso del bien que Él tenía planificado para nosotros.

Dios nos dice SI y a nuestra sexualidad y continúa siendo un SI.

Konstantin, 53 años.

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